En el corazón de Calabria, entre imponentes montañas y costas impresionantes, resuenan las melodías que cuentan las historias de un pueblo que se enfrentó con valentía al desafío de la emigración.
Dando voz a esta nostalgia está uno de los cantautores calabreses más importantes, Otello Profazio, que logra, gracias a la ironía, minimizar el dolor de los que se van y de los que se quedan.
Entre sus canciones más famosas se encuentra «Mannaja a l’Ingegneri», un poema satírico sobre la emigración que maldice al ingeniero que construyó el ferrocarril, símbolo de las fuerzas económicas que obligaron a los emigrantes a buscar trabajo en el extranjero. Esta canción, con sus versos recogidos por los diversos emigrantes calabreses de todo el mundo, se convierte en un testimonio vívido de los desafíos y las injusticias que tuvieron que enfrentar.
La música se transforma así en una forma de resistencia, una forma de expresar la frustración y, al mismo tiempo, celebrar la fuerza y la resiliencia de quienes han afrontado la emigración con dignidad. Otello Profazio, con su voz llena de pasión e indignación, se convierte en el narrador de las historias y males del sur, transmitiendo el sentimiento de quienes se ven obligados a abandonar su tierra.
Las «Canciones de emigración calabresa» representan un precioso patrimonio musical que, con su intensidad y melancolía, narran el viaje y la nostalgia de aquellos que dejaron su tierra natal para buscar una nueva vida en otro lugar. Uno de los cantos más emblemáticos de esta tradición es el «Chiantu de l’Emigrante»,una conmovedora balada de despedida, recogida por la voz de una anciana campesina por Daisy Lumini en Cosenza, que evoca el dolor de los que abandonan su tierra y la conmovedora invocación de los que se quedan, esperando el regreso del querido emigrante.
Este conmovedor himno, que atraviesa el tiempo y las generaciones, lleva consigo el eco de dolorosas partidas y esperanzas puestas en tierras lejanas. La melodía evoca la emoción de quienes, con una maleta llena de sueños y la melancolía en el corazón, se han sumergido en lo desconocido en busca de oportunidades y un mejor futuro .
En el centro de esta narrativa sonora se encuentra un instrumento icónico: la lira calabresa.
Un antiguo instrumento de cuerda, con una forma tradicional y un sonido rico en matices, se convierte en la arquitectura sonora que enfatiza el dolor, la melancolía y la esperanza de los migrantes. Una invocación al regreso, puntuada por las cuerdas entrelazadas de este instrumento ancestral.
La lira, con sus cuerdas entrelazadas, consigue captar la esencia de las emociones, haciendo tangible la nostalgia, la esperanza y la fuerza interior de quienes se han embarcado en el viaje lejos de casa. Símbolo de identidad y pertenencia, expresa su fuerza a través de la maestría de los músicos.
Los virtuosos de este instrumento son capaces de transmitir, con su talento, no solo la técnica musical, sino también la profunda conexión con la tierra de origen. Los rasgos distintivos del sonido de la lira, con sus variaciones rítmicas y melodías envolventes, se convierten en el lenguaje secreto que conecta el pasado con el presente.
A lo largo de los siglos, las comunidades calabresas han llevado estas melodías a todo el mundo, manteniendo vivo el vínculo con su tierra a través de la música.
En los lugares de destino, las «Canciones de emigración calabresas» se han fusionado con otras influencias, creando un puente cultural que conecta raíces lejanas con nuevas experiencias.
Este patrimonio musical no sólo es testimonio de los desafíos a los que se enfrentan los emigrantes calabreses, sino que también celebra la resiliencia y la capacidad de transformar el sufrimiento en arte. Hoy, a través de eventos culturales, festivales e iniciativas que promueven la preservación de este patrimonio, las nuevas generaciones pueden sumergirse en las emociones de sus antepasados, descubriendo otra vez la riqueza de una tradición musical que sigue vibrando en los corazones de quienes traen consigo la calidez y la pasión de Calabria en el mundo.